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Los invisibles ojos de la diosa
avistaban los días y las embarcaciones
desde tu nombre griego.
Pero hoy,
Arthemisium Hemeroscopion,
nadie recuerda ya tu viejo nombre
pleno de milenarias resonancias:
pleno de sal, de luz,
de míticos periplos,
de oscuros navegantes
y de mercaderías.
Si todo fuera un sueño,
si no existiera el Tiempo y sus heridas,
y si nada pudiera contra el hombre y sus fuegos...
Pero el Tiempo es un viento que consume los fuegos,
arrasa las culturas,
disipa las ciudades
y a ti te ha concedido la indulgencia
de conservar tus albas luminosas
y tus tiernos crepúsculos.
Lo demás, nada:
tarjetas postales, tablas de surfing,
folletos publicitarios
y económicos apartamentos con vistas al mar.
Aquí, donde los ojos de la diosa
-un sedimento de melancolía
temblando en las pupilas-
avistaban los días y las embarcaciones,
Arthemisium Hemeroscopion,
desde tu nombre griego.
Islas, 1991
(VII Premio "Ángel González" de poesía)
Precioso.
ResponderEliminarGracias. Me alegra que te guste. Apertas con morriña.
EliminarMe encanta cómo guardas las cenizas del Tiempo. Precioso. Un volver a leer-lo-te.
ResponderEliminarMe encanta que te encante, Paco. Un abrazo grande en estos días en los que todo acaba y todo vuelve a
Eliminarcomenzar.
Desde tu nombre latino, un poema sin mácula.
ResponderEliminarMuchas gracias, Blanca. No sabes la ilusión que me hacen tu visita y tu comentario.
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