TERMÓPILAS
Honor a aquellos que en sus vidas
custodian y defienden las Termópilas.
Sin apartarse nunca del deber;
justos y rectos en sus actos,
no exentos de piedad y compasión;
generosos cuando son ricos, y también
si son pobres, modestamente generosos,
cada uno según sus medios;
diciendo siempre la verdad,
mas sin guardar rencor a los que mienten.
Y más honor aún les es debido
a quienes prevén (y muchos lo prevén)
que Efialtes aparecerá finalmente
y pasarán los persas.
KONSTANTIN KAVAFIS
En días como hoy no quiero dejar de recurrir, una vez más, a esta joya de la
poesía ética del gran Kavafis. Algunos dirán que me repito, pero es que la situación no sólo se repite sino que se agrava. Este es un blog de poesía, de amor a la poesía. Y, como dice mi amiga Trapisonda, no viene mal recordar en cada momento que hay versos para todo.
La anécdota es sobradamente conocida: en el año 480 a.C., el rey espartano Leónidas defendió, hasta morir, el desfiladero de las Termópilas contra la invasión persa. Fue derrotado al fin cuando un traidor -Efialtes- facilitó a los persas de Jerjes el camino de acceso al desfiladero. Pero el poeta no habla de Historia, sino de dignidad. Lo que quiere decir es que hay momentos trascendentales en que las personas tenemos el deber de defender nuestras convicciones, aunque sospechemos que, al final, tal vez sólo nos quede la dignidad de nuestra derrota. Los persas pasarán, seguramente ya han pasado. Pero hay miles de motivos que nos impiden cerrar los ojos y cruzarnos de brazos.